47.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

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Dos apuestas futuras

Octubre de 2015

 

La digitalización de la información marcó un hito cuya onda expansiva todavía no se ha aplacado en el sector editorial. En 1971 cuando Michael Hart, creador del Proyecto Gutenberg, digitalizó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos no imaginó los ecos que tendrían las tecnologías de difusión de la información en la tradicional cadena de valor del libro. La transformación que afectó la producción, la distribución y el consumo del libro fue analizada con sagacidad por Manuel Gil en “Repensar el ecosistema del libro” donde afirmó que la industria editorial perdió los monopolios del formato tecnológico del libro en papel, de la exclusividad productiva del contenido, del control cautivo del lector y el usuario, así como el monopolio del precio.

Algunas aristas del diagnóstico de Gil se indagaron en las últimas Jornadas Profesionales de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que se desarrollaron del 19 al 21 de abril último. La necesidad de encontrar respuestas en un espacio entre profesionales del sector y ante la incertidumbre al otear el horizonte hizo que la asistencia a las jornadas (que ya tienen 32 ediciones) se duplicara en los últimos siete años, con un destacado aumento de libreros, tantos extranjeros como nacionales.

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En tanto últimos eslabones en la cadena de comercialización centrada en la intermediación del libro físico, los libreros pudieron beneficiarse de las acciones desarrolladas por la Comisión de Profesionales, ya que por segundo año consecutivo se realizó el servicio gratuito de logística nacional para que los libros llegaran a distintas ciudades del país. Esta decisión de subsidiar los costos de transporte, hasta 150 kg sin cargo (y una tarifa preferencial sobre el posible excedente), no sólo benefició a los 195 libreros que despacharon cajas sino también a los editores, ya que correspondían a compras en firme; además, fue una oportunidad para difundir catálogos que muchas veces se desconocen y vincular nuevos clientes. En esa sintonía, casi 200 editoriales adhirieron al nuevo programa Librero Amigo, de descuentos de hasta el 50% del PVP para las compras de los libreros. Con estas iniciativas, se alivió a aquellos que sufren los costos de traslados, habida cuenta de la centralidad de Buenos Aires en el ámbito editorial y las amplias distancias de la Argentina. También en forma innovadora se implementó un servicio gratuito de logística internacional, que permitió que libreros del exterior pudieran despachar por DHL hasta 50 kg. Con esta acción, los libros argentinos llegaron a 35 ciudades de todo el mundo, en 98 envíos. Finalmente, la FEL realizó una acción previa de visitas a librerías de CABA y GBA, para reforzar la comunicación sobre el aprovechamiento de la logística gratuita y el Programa Libro Amigo.

La apuesta en la circulación del libro argentino no sólo en distintos puntos del país sino por fuera de sus fronteras es un paso efectivo para generar o fortalecer los vínculos entre lectores, libreros y editores.

Pero en las Jornadas no sólo se fomentó la circulación del libro físico sino que también se indagó en la exportación de derechos de edición y traducción y de ediciones compartidas. La promoción realizada por el personal de la Fundación El Libro para avanzar en la inserción internacional redundó en gestiones que facilitaron la participación de nuevos expositores y visitantes extranjeros de Corea, China, Estados Unidos, Canadá, así como editores independientes de Madrid. Entre estos y otros de presencia tradicional, deben destacarse los editores hispanoamericanos, en tanto con ellos pueden establecerse canales de diálogo para la publicación de obras de autores argentinos por cesión de derechos o de coediciones. Agregar al traslado físico de libros por América Latina la oportunidad de la edición local es parte de un desafío que las editoriales pequeñas y medianas han comenzado a rastrear.

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En el Salón de Derechos, patrocinado por la Fundación TyPA, no sólo se centraron en el fomento de la extraducción sino también en articular los espacios de encuentro entre editores que comparten el mismo ámbito lingüístico. Entre las propuestas que el ya clásico informe sobre La extraducción en Argentina de la Fundación TyPA apunta se apostaba tanto a lograr “[u]n mejor aprovechamiento del ámbito de las Jornadas Profesionales de la Feria del Libro de Buenos Aires (convirtiéndolas en un centro de derechos para América Latina)” como al fortalecimiento de los lazos con otros países de América. Así, al potenciar experiencia cooperativa entre sellos americanos se apuntaría, según el informe, por un lado a mejorar la circulación de autores argentinos en ediciones y precios locales sin los costos añadidos por la exportación de libros físicos; por el otro, también afianzaría la obra de un autor que además de ser leída por su público local lograra afianzarse en geografías que comparten el mismo idioma. En la cooperación latinoamericana se cubriría la falencia de la circulación de las obras americanas al interior del continente, que en parte se intentó cubrir con la propuesta de los envíos gratuitos mediante DHL, a la vez que sumaría argumentos para la extraducción de una obra a lenguas distintas del castellano.

En el número 29 de la revista Tramas y Texturas, Lluis Agusti y Amadeu Pons realizaron “Una propuesta de formación para los libreros” que puede oficiar de una de las agendas futuras en la problemática que enfrentan los principales asistentes a las Jornadas de Profesionales. El diagnóstico del mercado español, que se puede compartir con la situación argentina, signado por “la compra incipiente y progresiva de libros impresos mediante Internet […], la crisis económica general […], un descenso de las ventas, […] sumado a la finalización de algunos contratos de alquiler y el consecuente aumento del precio de los locales en las principales zonas comerciales de las ciudades […]”, es un signo que amerita otorgarle importancia para la profesionalización del sector en tiempos de tormentas. A ese cóctel habría que sumarle, en clave local, el aumento de las tarifas de servicios públicos en el área metropolitana, cuya mayor insensatez consiste en que se factura el servicio de agua según la superficie del local y no por el consumo realizado. Frente a este diagnóstico, la necesidad de formación del librero es capital tanto desde la universidad pública como desde el sector editorial, y en ello la Fundación El Libro y su Comisión de Profesionales están cumpliendo un papel destacado.

Apuntalar la gestión del librero en la atención al cliente, tanto presencial como virtual, su administración contable y el manejo adecuado del fondo bibliográfico de acuerdo a su perfil, así como ayudarlo a estar atento a los cambios tecnológicos, comerciales y de conductas de consumo, son iniciativas pilares para enfrentar un escenario difícil de imaginar hace pocas décadas. De igual manera, mostrarle al pequeño y mediano editor oportunidades en derechos, traducciones y coediciones más allá de las fronteras nacionales, es otra tarea calificada.

Matías Maggio para «Noticias del Libro».

Aclaración

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